lunes, 14 de abril de 2008

LA REPUBLICA QUE YO QUIERO - Ricardo Bórnez


Hace algunos años, cuando pertenecía al Grupo Helicón de poesía, tuve la tremenda fortuna de tomar parte en un homenaje al gran Miguel Hernández que organizaba el ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes, en el cual compartí protagonismo, con los ojos como platos, con Paco Ibáñez, todo un mito para mi. No recuerdo bien si fue al comienzo de su actuación o al final que dijo, con esa voz rota pero robusta: “Creo que ya ha llegado la hora de volver a gritar Viva la República”. Menos cuatro que le coreamos, el resto de los asistentes permanecieron en silencio y muchos – comunistas, excomunistas y socialistas-, con cara de indignación.

Después los comentarios no tenían desperdicio. La entonces mujer del concejal de cultura – carrillista socialista y excomunista- le llamó desfasado, acabado, etc., ese fue el tono general de los comentarios, a excepción de algún “descerebrado” que se atrevió a apoyar mi tesis de la traición de Carrillo y todos las direcciones de los mal llamados partidos obreros de clase, de los sindicatos mayoritarios y del conjunto de la intelectualidad “progre”, de los que se han salvado pocas, muy pocas personas como el fallecido Eduardo Haro Tecglen o el catedrático de ética también fallecido, Aranguren – que aunque reconocido por la monarquía, nunca fue invitado a las fiestas monárquicas por su declarado compromiso con el anarquismo-. Para que decir más, creía que la buena señora me comía junto con sus acólitos.

Eso sucedió mucho antes que el concierto por la memoria histórica de Rivas Vacía Madrid de hace dos años y que supuso una especie de punto de inflexión en la causa republicana.

Hace poco volví a coincidir con esta buena mujer, ahora convertida en ferviente republicana, según ella de siempre, hasta lo más profundo de su medula. Y es que el movimiento republicano está creciendo y hay que subirse al barco, por si acaso, y los que, como Montero, prohibían las banderas republicanas en los mítines del PCE o en el entierro de loa abogados de Atocha, quieren enarbolarla los primeritos para no perder cacho . Ha crecido tanto, que la celebración de este año de la proclamación de la II Republica no salió ni en los periódicos socialdemócratas como todos los años, pero si la de Falange. Debe ser que todos los que estábamos ya no éramos un grupúsculo de nostálgicos. Tanto ha crecido que la quieren oficializar desde esa pseudoizquierda que representa Llamazares y que, haciendo el trabajo sucio de Zapatitos como buen perrito faldero, presento en el congreso un documento en ese sentido, después nuestro presidente se descolgó con eso de que esta “democracia” era heredera de aquella República - ¡y yo sin enterarme!- mientras nos metía de rondón una nueva reforma laborar y de las pensiones ultra capitalista, y asociaciones que se llaman cívicas y republicanas están infiltradas o son correa de transmisión de un determinado partido por si acaso llega el momento y les pílla con el pié cambiado - ¡hay las viejas estrategias del viejo topo, que ya están más vistas que las jugadas de Gento!-. En fin, España siempre será diferente.

Yo no creo que llegue a ver el advenimiento de una próxima Republica, pero haré lo posible tratando de enseñar a mi hijo y a mis nietos – si los tuviera- para que sepan lo que son los principios republicanos. A quien la vea, que se anden con cuidado, que no es suficiente cambiar de nombre un régimen. Eso es lo que trataron de hacer Niceto Alcalá Zamora, la camarilla monárquica de Alfonso XIII y los republicanos moderados, que intentaban cambiar el nombre para mantener la fachada, pero les salio mal y surgió el autentico espíritu republicano. Por desgracia a la muerte del dictador, la derecha, que en eso nos gana por goleada al la izquierda, ya había comprendido aquello de que quien olvida la historia, acaba repitiéndola. Así, eso que se llamó transición y que solo fue el timo del “tocomocho”, y la aceptación traidora por parte de los dirigentes socialistas y comunistas de un régimen heredado de una sangrienta dictadura, se convirtió en lo que no pudieron Alcalá Zamora y cia.

Yo creo en otra República, esa que llaman platónica y que coexistió con la política, quizá por mi acendrado idealismo utópico; esa Republica de la Institución Libre de Enseñanza, de la Residencia de Estudiantes, de las casas del pueblo o los ateneos libertarios, las brigadas culturales para sacar del analfabetismo a media península, de la Barraca de Lorca, de la cultura popular; de los dos sistemas de enseñanza que coexistieron en aquellas épocas – la oficial y la anarquista -, y sobre todo, el deseo de un pueblo por romper sus cadenas con un oscuro pasado.

Esa es la República que quiero para quien la pueda ver, con nuevas formas asociativas, dejando a los viejos partidos donde debían estar hace mucho tiempo, en la historia y a los traidores al pueblo en el olvido, solo así habrá una autentica Republica sana desde el principio, la del pueblo, el pueblo de verdad, el de la calle, unido a un ideal, un ideal sin siglas, solo con personas y con una juventud que sepa borrar los errores de todas las generaciones anteriores.

Decía Miguel Hernández, el poeta popular por antonomasia:

“Sangre que no se desborda,
juventud que no se atreve,
ni es sangre, ni es juventud,
ni relucen, ni florecen.
Cuerpos que nacen vencidos,
vencidos y grises mueren:
vienen con la edad de un siglo,
y son viejos cuando vienen.

La juventud siempre empuja,
la juventud siempre vence
y la salvación de España
de su juventud depende”

(Escrito en Madrid en el 2007)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con el texto, explicito, memoristico y firme.
Salud y Republica!
Edu.