LA POESIA SE MUEVE I - Crónica y fotos

Existen personas que, desde la atalaya de su supuesta intelectualidad, niegan la existencia del "pueblo", es decir de la ciudadanía de capa más baja a la que le negamos, en general, el agua de la Cultura, los indigentes de la cultura. Un personaje del Ateneo de Madrid, supuestamente "izquierdoso", así me lo dijo. Pero la realidad es testaruda, porque sigue existiendo - ¡ojalá no fuera así! - en este pais de charanga y pandereta, cuyos gobernantes se empecinan en mantener en la oscuridad de la realidad a los más desfaborecidos social y culturalmente.

Mientras jugamos a la "intelectualidad", toda una basta población en barrios y pueblos se ve marginada de la cultura y de la poesia como parte de ella, porque nadie, ni los más "progres" de la piel de toro, se plantean que no hay que esperar, que las personas no deben legar, si no que nuestra obligación es ir a ellos, y es por eso por lo que retomo las palabras de Gabriel Celaya: "Maldigo la poesia como un lujo cultural por los neutrales, que labandose las manos se desentienden y evaden".

La poesia, le pese a quien le pese es "un arma", y dependiendo de como la carguemos será futuro o no será.

Por eso es de admirar, que en el momento por el que transita la poesia en esta triste y ajada piel de toro, personas como Eva Marquez, Ada Menendez e Inma Luna, se acerquen a un pobre barrio de San Sabastian de los Reyes, a un pobre bar, como el que cantaran los Longstar hace años, para llevar su palabra, su sentimiento, a personas aparentemente desinteresadas del tema, pero que tambien tienen derecho a vivir, a escuchar y a compartir sentimientos humanos. En palabras de Eva:

"Me encantó, sobre todo la disposición a escuchar de la gente que allí estuvo, fue un lujazo ver cómo todavía existe personas con ganas de saber las aventuras y desventuras de otros, muy emotivo"

A buen entendedor pocas palabras bastan. Eternas gracia a Inma, Eva y Ada; a las personas que asistieron y compartieron sentimientos y a aquel, que dias despues en la barra de del mismo bar me decia: "No lo dejes, que aunque nosotros seamos como somos, personas de barrio, lo que tu haces vale la pena, aunque sea por nuestros hijos, no lo dejes", y yo le prometí, que mientra no me falten las fuerzas, no lo dejaré, porque solo ese comentario te impide moralmente hacerlo.