sábado, 15 de mayo de 2010

LUCIA FRAGA

Me vuelvo a asomar por la ventana
con un pitillo en la mano,
rompiendo
la promesa
que la cianosis y los pulmones abotargados
me habían
hecho jurar
una mala noche de germanías.
El brazo moribundo y
tatuado
por un mapa de cortes rituales
era la señal para que Herr
Arzt
encontrara a la extrajera semimuerta,
diluida ya en un sueño
Camino de Santa Fe.

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