jueves, 5 de mayo de 2011

PARA ELENA - Ricardo Bórnez

Para mi amada Elena,
tan presente siempre en mi recuerdo.


Te fuiste  sin elevarte sobre tus párpados
para ver el yo que dejabas tan lleno de corales,
los valles que sembraste de dulzura y cariño.

Te negaste a ver la verdad de tu sonrisa
en la mirada de la noche,
como llegaba esa tenue luz de tus ojos a los corazones amantes
separados  por siglos de desamor.

No quisiste quedarte con el arrullar de un sol primerizo
depositado en la aldaba de tu alma.

Y te fuiste
como un beso de alba,
como un eco lejano de la bajamar
dejando huérfanas las anemonas enamoradas;
las noches  dejaron paso
a las algas suicidas de la playa,
a las luciérnagas que se apagaron detrás de ti.

Las caracolas callaron en el justo momento de tu ausencia
y no quedó más que desconsuelo
en los besos furtivos enredados en tus cabellos.


Me dejaste como el que deja una esperanza en el tendedero,
y ya nada fue igual,
marchito el amanecer
los días dejaron de tener sentido,
solo quedó ese sabor salino que dejaste en sus labios
recordándome, día a día,
que no pude llegarte antes,
que mis manos se perdieron antes,
que mi voz se quedó huérfana
cuando te fuiste. 

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