En un principio fue el verbo en tus labios,
en
tus pechos/montañas,
en
tu pubis/madreselva;
la
geografía/cuerpo
mil
veces recorridas;
tiempo
flores/flores en el pelo
Y
el verbo que se convirtió en nuevemesino,
en
patucos por donde revoloteaban mis dedos
para
acariciar la palabra bebé, niño,
de
sonrisa tierna
y
ojos/lupa.
Pero
todo, en esta sociedad aciaga,
dura
lo que dura el siglo de un suspiro,
las
horas aparcadas,
lo
que dura un sentimiento humano
en
la puerta de los leones;
las
montañas volvieron a ser montañas,
y
los ojos/lupa
alguien
a quien no reconocía;
el
verbo empezó a ser mudo,
a
ocultarse entre los cojines,
a
esconderse en la televisión,
hasta
que un día se fue
por
una hoja en blanco
de
un libro mal cerrado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario