A PESAR de los amaneceres partidos,
de los inviernos dedicados a romper el sentimiento,
del mundo que te habías creado con personajes de plastilina.
A pesar de las horas de vigilia desperdiciadas,
a pesar de todo por nada, te tendí la mano
y escupiste en ella.
Adiós.
1 comentario:
Dicen que no hay peor ciego que quien no quiere ver. Probablemente la estupidez y la ceguera tengan un estrecho parentesco.
Un saludo.
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