martes, 20 de octubre de 2009

Y LO PERDIMOS - Ricardo Bórnez

Y lo perdimos,

la impotencia dejó de estar en el diccionario

y todo se convirtió

en quejadumbre contemplativa.

Las luciérnagas del intelecto,

traicionando a su origen de dar luz,

se convirtieron en hiedras del lado oscuro;

sus herederos,

las luciernaguitas,

aleccionadas,

abandonaron las calles

para intentar llegar a los palacetes

mirándose el ombligo.

Y volvió la progresía

es rama artera

que intenta jugar a dos bandas,

esa canalla que adula y traiciona,

y que al final siempre, siempre calla.

Y cuando se necesita alzar la voz,

ellos callan,

miedosos el sistema que aceptan.

Nada hacen aunque lo quieren todo,

pero les da miedo

que las fauces del dragón

los convierta

- nuevamente-

en oscuridad

alejados del glamour de los titulares de prensa fácil .

Ególatras indolentes

hacen certámenes, encuentros

que llaman, mintiendo a la razón, alternativos;

alternativos a ¿qué?.

pregunto como un niño con un chupa-chup ante un payaso,

¡si somos iguales,

calcaditos a los que criticamos pero en un escalafón inferior.

Dirigiéndonos a nosotros mismos

creemos estar creando conciencia

mientras las calles siguen esperándonos

y distraen la espera con colores púrpuras

de neón en la caja tonta,

dormitando

en espera de que alguien les despierte.

Pero nadie lo hará,

todos reniegan de la pobre masa inculta,

porque un intelectual,

del color que ondee su bandera,

no puede mezclarse con la plebe,

con esa plebe que les da de comer

a veces no solo para sus cantos épicos.

Todos los “artistas” estamos ocupados

en otras cosas más importantes y trascendentes

como mirarnos el ombligo.

A la mierda

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