jueves, 13 de mayo de 2010

EVA MÁRQUEZ

Lágrimas ácidas

Días de encarcelamiento angustioso

marcados por un neumococo caprichoso

alojado en tus pequeñitas ramificaciones

pulmonares,

nueve los aguijonazos de hoy tatuados

en tus muñecas y bracitos,

hematomas y desgarros dejan a su paso

las lágrimas ácidas que vierten mis ojos

cuerpo adentro,

tu estentórea llamada pesa en mi alma

a golpe de hachazo

clavada en un pasillo frente a la sala de enfermería

donde insensibles a tus gritos

las ATS acostumbradas al dolor infantil

ni siquiera levantan la vista de sus tareas,

en la espera soy un fetiche de vudú

manipulada al antojo del sin sentido

convertida en un espectro anodino e

inútil a tus reclamos,

me arrancaría los tímpanos

cegaría mis ojos enajenados

escaparía corriendo de allí

pero mis pies se han hecho cemento

desmembrados del resto del cuerpo

tras un absceso de pánico,

y tú pequeño rostro congestionado por

el berrinche soberano dibujado de disgusto

regresa a mí, y me abrazas con toda la fuerza

que tu aliento te consiente,

cuando recuperas el sosiego

te conviertes en mi pequeña nube

de algodón de caramelo

y te paseas por la habitación 414 con

un gorro amarillo de piscina en la cabeza y un

tapón del lavabo haciendo las veces de tu

cocoliso,

No hay peor dolor en el mundo que

ser mero espectador del sufrimiento

de un hijo, y aunque en breve será un

débil recuerdo para mi nube de caramelo

durante los meses venideros

estos momentos serán el paranoico

acosador de mis temores.

(Procedencia del poema: Poemario “Cosas que nunca te diré” editado por Groenlandia Ediciones)

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