jueves, 13 de mayo de 2010

INMA LUNA




















Temo parir un pez naranja

Me pongo macarra en los sueños.

Insulto y grito.

Luego,

despierta,

pienso que a veces resulto demasiado complaciente,

una buena niña.

Otros ratos parezco

un gato recién escaldado.

Temo parir un pez naranja

sin darme cuenta,

que se me escurra entre los muslos

y muera boqueando mientras duermo.

No voy a tener más hijos

los dos que tengo ya llevan piercings

y yo estoy muy cansada para más pujos.

El tiempo está torcido,

hay que clavar los marcos de algunas ventanas

para que no se inunde el cuarto

lleno de cachos de seres amados

haciéndome caricias,

que no salgan flotando inertes o se ahoguen los besos.

Tal vez

no siempre

todo va bien.

Tal vez

no es tan necesario.

Hay ciertos miembros sangrantes,

asuntos sin sellar que piden remate a gritos

-sutura o cauterización-,

tendré que hacer algo al respecto

en cuanto tenga ánimos.

Mientras tanto, escupo,

sin querer,

sin pensar,

salpico,

lo pongo todo perdido







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