"Hay que doler de la vida para saber
que tiene que llover
a cantaros"
Pablo Gurrero
Creimos que la lluvia se acercaba,
que el sueño eterno
estaba cerca,
pero ya ves pequeña,
la tormenta se alejó
sin dejar rastro
de nuestros deseos.
Mi niña,
es dificil volver a vivirse desde entonces
solo.
Confiamos en el deseo
de plazas llenas de palomas,
de luces
que alumbraran un nuevo destino;
pero todo se fue convirtiendo en desierto.
Mi pequeña amada,
me siento tan cansado
que si no fuera por ti
daría por concluida la vida.
Es curioso
como un deseo sin día
puede cambiar nuestras horas,
como unos poros
pueden hacerte levantar de la cama
para tener fuerzas.
Detrás de la ventana todo sigue igual,
poco vale un penique,
un suspiro
si no fuera por ti.
Y si no es por ti,
estés donde estés,
sea cual sea el futuro de nuestras almas,
hoy el día seria tan plomizo
como el transcurrir de las hojas de un calendario.
Sé que las cuevas de la inexistencia
nos esperan
cada vez que suena el despertador;
que volver a creer
es un acto de fe,
pero cuando te pienso
- ya no solo en ese cuerpo que se abrió,
símbolo de tus deseos más íntimos
por sentir todo lo proscrito
en tus poros,
en tus pechos de flor,
en el vientre conductor
a tu valle fértil,
en la catarata de tu más tu
que te negabas -
la vida se me hace fuente,
y el recuerdo
del río
que recorrió mi cuerpo
se vuelve volcán
por vivir
por vivirme
contra este espejismo de sociedad,
de falsas neutralidades
como los cafés descafeinados,
como el té sin teina,
como el porro sin costo,
como el porno sin sexo
o como el Sabina con Serrat;
por amarte,
por ser nubes sin cuerdas;
por buscar la lujuria
contra los intelectuales de academia
con nuestra descompostura,
por ser diferentes
y retar
a los que nos quisieron hacer dejar de soñar,
tan solo por eso
vale la pena amarte
aunque solo sea
por el breve espacio
de una eternidad.
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