Noches blancas,
arco iris de
engendrada por tus pechos.
Pensarte lejos,
aún más lejos,
sin saberte.
Noches blancas
donde no llegas,
donde nunca llegarás
cuando me digas un adiós
predestinado por las estrellas.
Y el sudor se hace lágrima
que se retuerce
entre mis poros
pensativos de tus manos.
Noches blancas
de un quererte fuera del querer,
a sabiendas
de esa despedida
que no por sabida indeseada de ti.
Estrellada noche negra,
amarga calidez de lo que sabes
y se niega a aceptar
mi alma;
la tregua que habitas.
Noches blancas
en que nunca sabré como aceptar
la resignación de la despedida,
la herida consabida de la herida de todo tu
cuando me nieguen
para dar horizontes
a otro cuerpo
y compartir el amor que nos dimos
en el amanecer de otras rias.
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