Para Ana Pérez Cañamares
Caen las saetas
para romper es asfalto que agobia.
Duele el sentimiento
cuando se instala en el corazón
para recordarte que eres,
que otros te esperan
a la vuelta de la esquina
de ese diacepán con el que no duermes
y con el que no puedes olvidarte
que la puerta de la vida
se abre todos los días.
Duele, duele mucho,
el abrazo de un corazón abierto
cuando estás en tiempo de descuento,
cuando ya no tienes lagrimas para un “te quiero”,
cuando unas manos que te acarician
son un salto al vacío sin vuelta atrás
de no sabes qué universo.
Y duermen las palabras que se acunan en la noche,
entre la vigilia y el rem,
en el sueño de unas horas
maceradas con angustioso desorden,
adobadas de sangre
cada vez que deletreas las palabras de un verso .
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